El castillo de Torija se encuentra localizado en lo alto de una larga pendiente al borde de la meseta sobre el valle, está en el camino que conduce desde el valle del Henares hasta Aragón, por lo que tuvo un alto valor estratégico.
Fue una pieza clave en la defensa del Reino de Castilla. Tras la conquista de la comarca en el siglo XI, los caballeros templarios se encargan de atender este paso, levantando y manteniendo esta importante atalaya defensiva. Tras sucesivas guerras medievales, es conquistado por tropas navarras en el siglo XV, siendo finalmente reconquistado por el Marqués de Santillana, quedando posteriormente en posesión de una de las ramas de la familia Mendoza, los Suárez de Figueroa y Mendoza, condes de Coruña y vizcondes de Torija.
Sus altas murallas fueron diseñadas para dificultar la escala de los asaltantes y sus muros no son muy gruesos, lo que indica que fue construido antes de que se popularizase el uso de la artillería.
El castillo es de planta cuadrangular, lo compone tres torres cilíndricas en sus esquinas y su gran torre del homenaje en la esquina del sudeste, que se encontraba separada del resto del castillo, ya que su fin en última instancia era el de servir de bastión al castillo y en el que se cobijasen sus últimos defensores. Esta torre a su vez tiene cuatro pequeños torreones cilíndricos en sus cuatro esquinas.
Durante la Guerra de la Independencia fue volado por orden del famoso guerrillero Juan Martín “El Empecinado”, que estaba allí resguardado, para evitar que cayera en manos de los franceses. Tras muchos años en ruinas, el edificio fue reconstruido en el año 1962, siendo actualmente propiedad de la Diputación Provincial de Guadalajara. En esta espléndida fortaleza medieval estuvieron alojados notables personajes de nuestra historia como los reyes Carlos V y Felipe II.
El castillo y sus inmediaciones fueron parte de la vida diaria de mi padre durante buena parte de su infancia. Este artículo está de dicado a él.
Fuente: http://www.amigosdeloscastillos.es
Escribir comentario